jueves, 19 de abril de 2012

Diez centímetros al año



Para toparse con los vestigios que dejaron los primeros habitantes humanos de Europa, los arqueólogos pasan seis horas al día (de nueve a tres) encorvados sobre la arcilla que los conserva.

La tarea es tan minuciosa que en el mes y medio que dura la campaña de excavaciones es posible que sólo se retiren unos 10 centímetros de terreno. El trabajo es más bien rudimentario, pero, como los seres que buscan, también ha evolucionado con el tiempo.

Mientras arañan la tierra con minuciosidad y paciencia y recogen restos del suelo, para estudiar la geología de los yacimientos, toman a cada momento anotaciones con sus PDA (ordenador de bolsillo) sobre lo que van encontrando; todos esos datos se guardan directamente en un archivo informático común.

“Cuando excavamos, lo que estamos haciendo es destruir el yacimiento”, explica María Martinón-Torres, una de las investigadoras que trabajan en el proyecto de Atapuerca. “Por eso tratamos de guardar toda la información posible, para después poder reconstruirlo”, precisa.

Queremos salir de la prehistoria de la excavación”, añade Bermúdez de Castro. El codirector señala que las nuevas tecnologías están haciendo más eficiente el trabajo de los arqueólogos.

“Antes se perdía mucho tiempo en dibujar y en tomar los datos. Un 70% del tiempo se dedicaba a estas labores y un 30% a excavar”, dice. Ahora, la tecnología puede invertir esos guarismos.

Los avances tecnológicos también han permitido cambiar otros aspectos del trabajo de los paleoantropólogos. Un ejemplo son las recreaciones digitales de los fósiles realizadas tras su descubrimiento. Estas imágenes virtuales son las que servirán realmente para el estudio; la pieza original se guardará y rara vez volverá a ser manipulada.

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